El origen natural del SARS-CoV-2 sigue siendo la hipótesis más probable

Entender cómo surgió el SARS-CoV-2 es fundamental para poder prevenir otros brotes que acaben convirtiéndose en una nueva pandemia.

El 31 de diciembre de 2019, el gobierno chino notificó a la OMS sobre un brote de neumonía grave de causa desconocida en Wuhan, en la provincia de Hubei, una ciudad de aproximadamente 11 millones de habitantes. De las 41 personas hospitalizadas, 27 (66 %) habían tenido exposición directa al mercado de animales vivos silvestres y exóticos de Huanan en Wuhan. Se confirmó que estos primeros casos estaban infectados con un nuevo coronavirus, que se denominó SARS-CoV-2.  Los diagnósticos se realizaron en varios hospitales de forma independiente entre el 18 y el 29 de diciembre de 2019. Una revisión sistemática posterior de todos los casos notificados mostró que 55 de los 168 primeros casos conocidos de COVID-19 estaban asociados con este mercado. Por ello, se planteó la hipótesis de que los animales vivos vendidos en el mercado de Huanan fueran la fuente de los casos de neumonía, por lo que se decidió tomar muestras ambientales de los puestos de los vendedores y cerrar y desinfectar el mercado el 1 de enero de 2020. Sin embargo, esto no demostraba que la pandemia se hubiera originado allí. El hecho de que en esa ciudad estuviera el Instituto de Virología, un laboratorio de alta bioseguridad en el que trabajan con coronavirus, hizo que enseguida comenzaran las especulaciones sobre su posible origen artificial: el SARS-CoV-2, ¿se había creado y/o escapado de un laboratorio o era una zoonosis de origen natural, como el resto de coronavirus conocidos hasta entonces? Una cosa es que algo sea posible, pero la pregunta es ¿qué es lo más probable?

Ahora se acaban de publicar en Science un par de artículos (ver referencias más abajo) que demuestran el origen zoonótico del SARS-CoV-2 y su relación con el mercado de animales vivos de Wuhan, por lo que la hipótesis más probable sigue siendo su origen natural.

En uno de ellos (1), se proporcionan evidencias de que el mercado de Huanan fue el epicentro de la pandemia de COVID-19 y sugiere que el SARS-CoV-2 probablemente surgió del comercio de animales vivos en China. Se trata de una análisis estadístico-espacial de la distribución geográfica de los primeros casos diagnosticados y hospitalizados de SARS-CoV-2 en China en diciembre de 2019. El estudio permite determinar la ubicación de casi todos los casos de COVID-19 identificados por la OMS ese mes. Los resultados sugieren que estos primeros casos se agruparon estrechamente alrededor del mercado de Huanan, mientras que los casos posteriores se dispersaron por toda la ciudad de Wuhan.

Los datos sugieren que el patrón de extensión del brote fue como un terremoto, comenzó en el epicentro (el mercado de Huanan) y se fue extendiendo de forma radial.

Patrón espacial de los casos de COVID-19 en Wuhan en diciembre de 2019. (Fuente: referencia 1).

Incluso algunos de los primeros pacientes que no trabajaban ni compraban en dicho mercado, resultaron vivir cerca del mismo. Es significativo que todos los casos estudiados se habían identificado basándose en síntomas clínicos no epidemiológicos, no por estar relacionados con el mercado de Huanan. Esto apoya la hipótesis de que el mercado fue el epicentro de la pandemia.

No se sabe exactamente qué animales vivos se vendieron en el mercado los primeros meses de la pandemia y no se tienen muestras para poder detectar el coronavirus en ellos. Pero se tiene constancia de que al menos hasta noviembre de 2019 se vendían en el mercado de Huanan zorros, tejones, mapaches, erizos, liebres, ratas bambú, puercoespines y marmotas, entre otros. Además, se sabe que en dicho mercado también se vendieron con anterioridad comadrejas, ardillas, ardillas voladoras, civetas, coipús, visones y jabalíes. Algunos de estos animales se vendían ilegalmente, vivos o como carne fresca. En algunos casos en jaulas unas junto a otras o mezclados con jaulas de aves vivas. Se sabe que muchas de estas especies animales son susceptibles de ser infectadas por coronavirus o incluso experimentalmente por el SARS-CoV-2.

Este estudio también examinó muestras de hisopos tomadas de las superficies del mercado, como los suelos y las jaulas, tras el cierre del mismo. Algunas de estas muestras ambientales dieron positivo para el SARS-CoV-2, concretamente en los lugares asociados a los puestos que vendían animales salvajes vivos. Por otra parte, ocho casos de los primeros de COVID-19 detectados en diciembre de 2019 se relacionaron con esa misma zona del mercado. Esto demuestra que hubo animales infectados por SARS-CoV-2 en el mercado al comienzo de la pandemia. Sin embargo, solo se tienen datos de PCR y no de secuenciación. Tampoco ha sido posible detectar el virus directamente en muestras de animales (el mercado se cerró el 31 de diciembre y no se guardaron muestras de los animales). No conocemos, por tanto, todavía la especie animal que pudo actuar como reservorio del virus o intermediaria, pero no hay duda de que en el mercado de Huanan hubo animales infectados por SARS-CoV-2.

Todo este estudio sugiere que los primeros casos de COVID-19 debieron surgir a finales de 2019. Esto es congruente con otros estudios en los que se analizaron más de 40.000 muestras de suero de donantes de sangre obtenidas antes de diciembre de 2019 y no se detectó RNA del SARS-CoV-2. Sin embargo, no sabemos todavía exactamente qué pudo ocurrir antes de diciembre de 2019.

En otro artículo (2) también publicado en Science, analizan la diversidad genómica de los primeros aislamientos de SARS-CoV-2 obtenidos hasta mediados de febrero de 2020 y lo combinan con datos epidemiológicos. Se trata de analizar el ritmo con el que se producen las mutaciones genéticas en el genoma del virus a lo largo del tiempo, para poder establecer así cómo ha sido la evolución de los primeros aislamientos del virus. Demuestran que en el inicio de la pandemia hubo dos linajes distintos del virus, A y B (antes de febrero de 2020 y de la aparición posterior de las distintas variantes que ya conocemos). El linaje B estuvo geográficamente asociado a los primeros casos en el mercado de Huanan y se detecta ya en muestras de finales de 2019. Ha sido el más común, el predominante durante la pandemia y el que ha dado lugar al resto de variantes. El linaje A apreció unas semanas más tarde, a principios de enero, y difiere del B en dos nucleótidos. Se cree que ambos linajes aparecieron de forma separada.

Árbol filogenético de los dos linajes A y B de los primeros aislamientos de SARS-CoV-2. (Fuente: referencia 2).

Esto sugiere que la transmisión en el mercado no fue un evento único de amplificación de paso del virus de humano a humano (no había tanto tráfico de personas comparado con otras áreas de Wuhan), si no que lo más probable es todo surgió de al menos dos eventos distintos de transmisión del virus de animales a humanos en el mercado de Huanan en noviembre de 2019 y quizás en diciembre de 2019. Los virus progenitores de ambos linajes A y B ya circulaban entre animales antes de su aislamiento en humanos. Hubo, por tanto, al menos dos introducciones del virus en el ser humano. Según estos datos, la hipótesis más probable es que primero alguien se infectó del linaje B del virus a partir de animales vendidos en el mercado (concretamente a mediados de noviembre de 2019), y unas semanas después apareció el linaje A a partir de otro evento de transmisión animal-humano distinto (como hemos comentado, en este tipo de mercados los animales viven muy juntos entre ellos y podrían compartir virus entre ellos).

Los dos linajes, por tanto, saltaron de los animales a los humanos en ocasiones separadas, ambas en el mercado de Huanan.

Estos resultados indican que es muy poco probable que el virus circulara libremente entre humanos antes de noviembre de 2019 y define un periodo de tiempo muy corto entre el primer “salto” del SARS-CoV-2 a humanos y la detección de los primeros casos de COVID-19. Estos resultados (al menos dos eventos de infección distintos separados por unas pocas semanas) es prácticamente imposible si el virus se hubiera escapado de un laboratorio. Esto demuestra, por tanto, que el SARS-CoV-2 tuvo un origen zoonótico múltiple, aunque desconocemos todavía cuáles podrán ser esos animales.

La capacidad del SARS-CoV-2 de “saltar” entre humanos y animales y viceversa se ha demostrado en varias ocasiones. Se han dado eventos de zoonosis reversa (transmisión del virus desde humanos a animales) en hámster dorado, visón americano, venado de cola blanca y otros. Y se han documentado casos de salto del SARS-CoV-2 a humanos desde mascotas (hámster) en Hong Kong y desde visones en granjas de Holanda.

Estos trabajos siguen aportando datos sobre la hipótesis más probable: el SARS-CoV-2, como el resto de coronavirus humanos tuvo un origen animal.

Referencias:

(1) The Huanan Seafood Wholesale Market in Wuhan was the early epicenter of the COVID-19 pandemic. M. Worobey et al. Science. 2022. DOI: 10.1126/science.abp8715

(2) The molecular epidemiology of multiple zoonotic origins of SARS-CoV-2. J. E. Pekar et al. Science. 2022. DOI: 10.1126/science.abp8337


Para más información:

El origen del coronavirus SARS-CoV-2, a la luz de la evolución

¿Salió el SARS-CoV-2 de un laboratorio?

4 Comments

  1. Recuerdo que inicialmente se hablaba de que el virus zoonítico provenía del pangolin, pero con una certeza de más de 90%, lo que generaba dudas, pues según entiendo debe ser de 100% la confiabilidad. ¿Entonces queda descartado definitivamente este animalito como el vector intermediario entre el murciélago y el humano?
    Saludos cordiales desde la Península de Paraguaná en Venezuela.

Deja una respuesta

Your email address will not be published.

Anterior

Cinco historias sobre la viruela

Siguiente

Viruela del mono: informar sin discriminar para proteger (actualizado)