Un reciente trabajo publicado en Science demuestra que el virus vaccinia, miembro de una familia de virus que incluye al de la viruela humana, es capaz de “camuflarse” y confundir a la célula huésped para que engulla al virus utilizando el mecanismo de endocitosis (el proceso por el que las células internalizan sustancias desde el exterior).
Cuando una célula está dañada o comienza su proceso de muerte programada (apoptosis), se producen una serie de cambios, como por ejemplo la redistribución de unos lípidos especiales de la membrana celular. Estos lípidos, habitualmente presentes en la cara interna de la membrana, pasan a colocarse en el exterior, lo cual favorece que los restos celulares sean fagocitados y destruidos por células «limpiadoras» especializadas.
Según los autores de este trabajo, el virus vaccinia es capaz de “camuflarse” empleando estos mismos procesos para favorecer su entrada en las células. Por una parte, la envoltura que rodea al virus está enriquecida en estos lípidos, lo que puede disparar su internalización. Además, cuando el virus se fija a la superficie celular envía algún tipo de señal para estimular la formación de burbujas en la membrana de la célula huésped, y esto crea invaginaciones y vesículas que acaban por introducir el virus en el interior de la célula. Usando inhibidores de la formación de burbujas y otros agentes que bloquean estos lípidos especiales, los investigadores han sido capaces de inhibir la entrada del virus.
Estos resultados muestran que el virus vaccinia se aprovecha de un sistema natural, del cual la célula no puede desprenderse, para entrar en su interior como si de un auténtico caballo de Troya se tratara. Para el virus, emplear esta estrategia supone varias ventajas. En primer lugar, permite la internalización de partículas virales grandes, que no podrían entrar por otros mecanismos (estos virus son los más complejos y grandes que se conocen). Además, esto permite que el virus pueda infectar muchos tipos de células diferentes, puesto que este mecanismo es muy común. Finalmente, el camuflaje permite al virus evitar su detección por el sistema inmune.
Este descubrimiento muestra una vez más cómo algunos patógenos son capaces de utilizar la maquinaria endocítica de la célula en su propio provecho para entrar en su interior. Además, abre nuevas vías para desarrollar estrategias dirigidas a evitar la entrada de estos virus en las células, lo cual podría tener gran repercusión en muchas enfermedades humanas.