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Los tres cowboys contra la COVID-19

Las vacunas españolas contra la COVID-19

Los científicos españoles Enjuanes, Esteban y Larraga reciben el Premio ‘Pasión por la Ciencia’ del #LabMeCrazy! Science Film Festival , del Museo de Ciencias Universidad de Navarra, por su trabajo en el desarrollo de nuevas vacunas contra la COVID-19

Llevan décadas trabajando en vacunas. Con la pandemia han vuelto a cabalgar como en los mejores tiempos. Nunca les agradeceremos lo suficiente su vida dedicada a la ciencia: pasión por la ciencia.

Luis Enjuanes (76 años), dirige junto con Isabel Sola el Laboratorio de Coronavirus del CNB-CSIC. Lleva trabajando en coronavirus más de 40 años.

Mariano Esteban (77 años), dirige junto a Juan García Arriaga el Laboratorio de Poxvirus y Vacunas del CNB-CSIC.

Vicente E. Larraga ( 72 años) dirige el Laboratorio de parasitología molecular del CIB-Margarita Salas-CSIC, donde investiga desde hace más 30 años en el desarrollo de vacunas de ADN frente a la leishmaniasis.

Los replicones de Enjuanes

Trabaja en el desarrollo de una vacuna contra el SARS-CoV-2 basada en replicones no infectivos. Su objetivo es generar en el laboratorio una versión del virus SARS-CoV-2 no virulento eliminando de su genoma los genes responsables de la virulencia. Es una copia del virus pero desarmada. Mediante técnicas de genética inversa introduce mutaciones atenuantes y obtiene derivados que son incapaces de infectar, pero altamente inmunogénicos que pueden ser empleados como vacunas contra el SARS-CoV-2. Aunque no infectan si pueden replicarse, hacerse copias dentro de la célula. Por eso se les llama replicones. Entra al interior de la célula, pero no sale de ella.

Los replicones son, por tanto, moléculas de ARN con capacidad de autorreplicase (copiarse dentro de una célula) pero no de propagarse de una célula a otra (no son infectivos). Cuando entran al interior de una célula se sintetiza las proteínas virales que estimulan el sistema inmune. Al ser autorreplicativo aumentaría la cantidad de proteínas del virus, la respuesta inmune sería lo suficientemente potente como para que muy probablemente solo haya que administrar una dosis de la vacuna. En principio la vacuna sería intranasal, a modo de spray. Estimula la inmunidad a nivel de las mucosas, la puerta de entrada del virus, impediría la infección y el contagio. Por eso, se dice que la vacuna sería esterilizante. Sin embargo, la vía intranasal no es frecuente en vacunas y sería más difícil conseguir el visto bueno de las agencias reguladoras. Por eso, se está ensayando también la vía intramuscular. Se ha ensayado ya en modelos animales y se espera poder comenzar los ensayos en humanos en el tercer trimestre de 2022, con la empresa BioNTech.

La vacuna de la viruela modificada de Esteban

Trabaja en el desarrollo de una vacuna contra el SARS-CoV-2 basada en un vector viral no-replicativo expresando diversos antígenos del coronavirus. Uno de los vectores más prometedores y establecidos para una vacuna es el virus vaccinia (vacuna), que sirvió para erradicar la viruela del planeta. Desde entonces, se han producido cepas de este virus altamente atenuadas, como el virus vaccinia modificado Ankara (MVA). Se ha demostrado en varios ensayos clínicos y preclínicos que son un excelente vector para generar vacunas eficaces contra una gran variedad de patógenos diferentes. Su equipo llevaba años trabajando en el diseño de vacunas basadas en este vector MVA que expresan antígenos para varios virus emergentes, como Chikungunya, Zika y Ébolavirus, que son altamente inmunogénicos en modelos animales.

Ahora este proyecto se basa en la generación de vectores virales del virus Vaccinia (MVA) que contengan secuencias codificantes de alguna de las proteínas inmunogénicas de la superficie del SARS-CoV-2. Esta aproximación no requiere de la utilización del virus SARS-CoV-2 completo, lo que permite trabajar en condiciones de menor nivel de seguridad biológica. Debido a su alta atenuación, la vacuna MVA-COVID-19 sería segura y se podría administrar a todo tipo de población, incluyendo personas con inmunodeficiencias. Esta vacuna sería inyectable. Sería posible combinarla con otras vacunas. Es la más avanzada de las tres, ya se han realizado los ensayos en animales y ha demostrado ser 100% efectiva en ratones. Están preparando la producción en colaboración con la empresa española Biofabri a la espera de la autorización para empezar los ensayos clínicos con humanos.

(Referencia: COVID-19 Vaccine Candidates Based on Modified Vaccinia Virus Ankara Expressing the SARS-CoV-2 Spike Protein Induce Robust T- and B-Cell Immune Responses and Full Efficacy in Mice)

La vacuna de ADN de Larraga

Su propuesta se basa en una vacuna sintética de ADN. El grupo de Larraga ya ha desarrollado una vacuna de este tipo frente a la leishmaniasis canina que se encuentra en fase IV, comercializada y en fase de postvigilancia. Es una estrategia similar a la de las vacunas de Moderna y de Pfizer, pero con ADN en vez de ARN. Se trata de colocar un gen del coronavirus (el de la proteína S) dentro de un plásmido de ADN, que es lo que se inyecta.

Los ensayos en ratones humanizados han demostrado una eficacia del 100%. La ventaja de usar ADN, en vez de ARN, es que el ADN es muy estable a temperatura ambiente, no necesita una cadena de frío ni ultracongeladores. Su diseño y fabricación es sencilla y barata, y es rápidamente adaptable a nuevas variantes. Sería una vacuna inyectable. También la empresa española Biofabri está a la espera de que finalicen los ensayos preclínicos en animales. Una posible limitación de este tipo de vacunas ADN es que se dirige la respuesta inmunitaria a una única proteína. Quizá la estimulación del sistema inmune es más completa si utilizas un vector viral como en el caso de las otras dos vacunas anteriores. Sin embargo, su producción es más fácil y barata: es más fácil fabricar “kilos” de ácidos nucleicos (ADN o ARN), que “kilos” de virus.

¿Qué sentido tiene seguir investigando y desarrollando nuevas vacunas con la COVID-19, si muchos de nosotros ya estamos vacunados?

La primera es que la pandemia es global y todavía no se ha acabado. Necesitamos vacunas, muchas vacunas para otros muchos países, el 40% de la población mundial todavía no ha recibido ni la primera dosis. Segundo, la inmunidad va disminuyendo y es probable que las dosis de recuerdo haya que actualizarlas y sean con vacunas diferentes, quizá más inmunogénicas. Tercero, Ómicron no tiene porque ser la última variante, es muy probable que surjan nuevas variantes y disponer de un arsenal diferente de vacunas es muy necesario. Y por último, es la forma de prepararnos para el futuro, para futuras amenazas. Como país nos conviene tener la tecnología y la capacidad de diseñar y fabricar nuevas vacunas, es una apuesta de futuro.


La vacuna de Hipra

La empresa española Hipra también está fabricando una vacuna. Hipra es una multinacional farmacéutica dedicada a la investigación, producción y comercialización de vacunas y de productos de diagnóstico en el mundo veterinario. Ahora están desarrollando una vacuna basada en proteína recombinante: incluye parte de la proteína S del SARS-CoV-2 junto con un potente adyuvante. La proteína por sí sola no es lo suficientemente inmunogénica, y el adyuvante lo que hace es despertar una respuesta inmnune mucho más potente. Su estrategia es similar a la de Novavax. Esta vacuna no requiere congelación, se conserva entre los 2 y 8ºC, lo que facilita su logística y distribución. Es la vacuna más avanzada, ya está en fase clínica 2b con 1.075 voluntarios, analizando su seguridad e inmunogenicidad. En los próximos meses empezarán la fase 3 con unos 3.000 voluntarios. Hipra es capaz de producir 600 millones de dosis en 2022 y de duplicar esta cifra de cara a 2023. Si es necesario, en 4-5 meses se podría adaptar a las nuevas variantes.

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