Maria Mitchell, la primera astrónoma estadounidense

Luchadora por la igualdad social y política de las mujeres

Una niña despierta

En 1818 nació en la isla de Nantucket (Massachusetts, Estados Unidos) Maria, la tercera de los diez hermanos de la familia Mitchell, parientes lejanos de Benjamin Franklin. Los Mitchell pertenecían a una comunidad cuáquera que creía firmemente en la igualdad entre sexos y la búsqueda de la independencia.

Su padre era profesor y tenía un gran interés por la ciencia. Era frecuente que pasara la tarde haciendo experimentos con su hija, para enseñarle conceptos como la polarización de la luz, usando una bola de cristal llena de agua colgada de una lámpara. A Maria le fascinaban estos experimentos. Su padre era además astrónomo y experto en ajustar y calibrar los cronómetros que llevaban los barcos para determinar su posición, algo esencial para los balleneros que tenían su puerto en la isla de Nantucket. Ya con doce años Maria ayudaba a su padre en sus observaciones astronómicas, viendo juntos el eclipse de 1831, y con catorce años, los balleneros acudían a ella para que calibrara los cronómetros de sus barcos.

Maria era una persona con las ideas muy claras y bastante carácter. Con diecisiete años abandonó la escuela en la que estudiaba para crear su propio centro educativo, donde enseñaba ciencias y matemáticas a las estudiantes. Con dieciocho empezó a trabajar como bibliotecaria en el Ateneo de su ciudad, donde estudió alemán, latín, matemáticas y, sobre todo astronomía, su gran pasión. Por las noches, junto con su padre, se dedicaba a estudiar los objetos celestes. 

El “Cometa de Miss Mitchell”

Con veintinueve años, Maria Mitchell descubrió un cometa, que posteriormente se llamaría «Cometa de Miss Mitchell». Maria no quería hacer público el descubrimiento, por miedo a ser menospreciada por ser mujer, pero entre su padre y el director del Observatorio de Harvard, la convencieron. Este hallazgo le supuso la concesión de una medalla que daba el rey de Dinamarca a todo aquel que descubriese un cometa.

Al año siguiente se convirtió en la primera mujer en formar parte de la Academia Americana de las Artes y las Ciencias y en 1850 fue igualmente la primera mujer que formaba parte de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS).

La profesora e investigadora

En 1865 fue contratada como profesora de astronomía en el Vassar College, una universidad privada situada en un pueblecito de Nueva York. Era la única mujer entre los profesores del College y la peor pagada. Maria se convirtió en una mentora y referente de las alumnas. Además, prosiguió con sus investigaciones astronómicas y se especializó en el estudio de la superficie de Júpiter y Saturno. Determinó que las bandas de Júpiter eran nubes y no los rasgos de una superficie sólida, según se creía entonces. Construyó una cámara para hacer fotografías del sol y estudió las manchas solares. Como mujer tuvo que romper algunas barreras, como la norma que decía que las mujeres no podían trabajar fuera de casa durante la noche.

En 1869 Maria Mitchell viajó con cinco de sus estudiantes a Burlington (Iowa) para observar un eclipse total de sol. Los resultados de este estudio fueron publicados en el American Ephemerits and Nautical Almanac. En 1879 fueron invitadas a participar oficialmente como observadoras (las únicas mujeres) en el eclipse cerca del territorio indio en Denver (Colorado).

Feminista y sufragista

Gracias a su educación y las charlas y coloquios a los que asistió en el Ateneo de Nantucket, Maria tenía totalmente interiorizada la igualdad entre hombres y mujeres. Muy pronto se convirtió en un modelo para las sufragistas americanas, puesto que fue la primera mujer que recibió un salario por sus capacidades intelectuales en el campo académico. Fue socia fundadora de la Asociación Americana de Mujeres, de la que llegó a ser presidenta en 1875.

Su legado

Algunas de sus estudiantes tuvieron también carreras científicas brillantes, que comenzaron gracias a la inspiración de Maria Mitchell. Así, Christine Ladd Franklin fue la primera doctora de la Universidad John Hopkins. Ella y otras dos discípulas de Mitchell, Antonia Maury y Mary Whitney, fueron incluidas en la lista de James M. Cattell de «Hombres Americanos de Ciencia».

Tras su muerte en 1889, sus amigos y discípulos fundaron la Asociación Maria Mitchellpara conservar su casa en Nantucket como un museo con sus libros e instrumentos. Actualmente la Asociación promueve la «investigación y divulgación de información en astronomía, historia natural y otras ramas de la ciencia» y ofrece una beca anual Women in Science para reconocer todo aquel que promueva el avance de las mujeres en ciencias naturales, física, ingeniería, informática y tecnología.

Algunas de sus reflexiones

“Las estrellas no son solo puntos brillantes, también transmiten la grandeza del universo”.

“El ojo que dirige la aguja en los delicados menesteres del bordado sirve igualmente para bisectar una estrella”.

“Ninguna mujer debería decir ‘Pero solo soy una mujer’. ¿Solo una mujer? ¿Y qué más se puede pedir?”.

«Hasta que la mujeres no se deshagan de la reverencia a la autoridad no se podrán desarrollar. Cuando hagan esto, cuando encuentren la verdad a través de sus propias investigaciones y las dudas las lleven al descubrimiento, entonces la verdad será suya y sus mentes volarán sin límites».

“Somos mujeres estudiando juntas”. Frase que decía a sus estudiantes en el Vassar College.

(El autor de este guión ha sido Alberto Morán, colaborador en DCiencia)

Aquí os dejo un video sobre María Mitchell, de la colección «La mujer en la ciencia» del Museo de Ciencia Universidad de Navarra, en colaboración con Women for Science & Technology:

(https://youtu.be/UkTvN9ISrCA)

Con la colaboración de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) – Ministerio de Ciencia e Innovación.

Deja una respuesta

Your email address will not be published.

Anterior

Las nuevas variantes de SARS-CoV-2

Siguiente

Diez buenas noticias sobre el coronavirus (un año después)